Las mujeres y las Fuerzas Armadas

Juan_ChicharroCuando en el futuro se analice el siglo XX una de las características más destacadas del mismo será la incorporación de la mujer a la práctica totalidad de las actividades laborales y sociales en igualdad con los hombres. Lo que hasta no hace mucho era impensable hoy es una realidad. Las mujeres ocupan puestos hoy otrora reservados exclusivamente a hombres en casi todos los ámbitos sociales y es una tendencia positiva que en el futuro se incrementará.

¿En todos?

No. En todos no.

A nadie le extraña que, hoy por hoy, las competiciones deportivas se mantengan separadas por razón del género; así en el atletismo y en todas las disciplinas deportivas hay campeonatos para hombres y otros diferentes para mujeres.

La razón es muy sencilla y no es otra que, por el momento, en la especie humana el macho es más fuerte físicamente que la hembra. Esto es así y no creo que nadie lo dude. No sería bueno para la mujer competir en igualdad de condiciones con los hombres pues de ser así difícilmente tendrían nunca opción de destacar en casi ningún deporte.

La condición física es un aspecto importante a tener en cuenta cuando de las Fuerzas Armadas hablamos y al relacionarla con la incorporación de la mujer a las mismas un factor importante a considerar; especialmente si nos referimos a unidades especiales.

El acceso de la mujer a las FAS en España se reguló en 1988 si bien, en principio, con algunas limitaciones de Cuerpos y Escalas y no fue hasta 1999 cuando se considero la plena equiparación para hombres y mujeres sin limitación alguna, incluidos los puestos operativos en unidades de combate.

Hoy las mujeres constituyen el 12% de los componentes de las FAS. El 17% si nos referimos a la tropa, porcentaje que en el caso de la Armada alcanza hasta un 21% del personal embarcado.

Sin duda un número importante que debe tener, al menos en teoría, efectos sociales aún por determinar en el seno de las FAS.

En marzo de 2005 se creó un Observatorio de la mujer en las FAS para favorecer la incorporación e integración de la mujer en las mismas y que lleva una labor sin duda importante y muy necesaria.

Debo decir que de mi experiencia en el mando de unidades aprendí la valiosísima aportación de la mujer a las FAS en casi todos los ámbitos. No en todos. Las exigencias físicas que el destino en algunas unidades de combate requiere ocasionaba que, salvo excepciones, su presencia en ellas no fuera positiva sino todo lo contrario. La diferente condición física entre hombre y mujer propiciaba que, por ejemplo, en un Batallón de infantería de marina – seguramente en la Legión o paracaidistas también – nunca hubiera, salvo casos puntuales, mujeres en los puestos más duros sino en los más cómodos del mismo; lo que suponía en este caso una clara desventaja para los hombres que se veían abocados a ocupar aquellos.

Yo personalmente hubiera mantenido las limitaciones de la regulación inicial de 1988 que impedía el acceso de la mujer a destinos de combate en unidades con alta exigencia física pero a mi juicio inexplicablemente no fue así. Y no solo en España. En cualquier caso tampoco tiene mayor importancia cuando las posibilidades de recluta son amplias como en la actualidad sucede, ya que al final la selección natural se impone. Hoy, aunque las hay, no es corriente ver mujeres en unidades como las de operaciones especiales u otras similares. El problema se planteará cuando esto no sea así – ya sucedió hace unos años – y la necesidad de completar plantillas obligue a la presencia imperativa de mujeres allí donde su condición física no esté a la altura de las exigencias que determinadas unidades requieren. Es algo que sin duda sucederá cuando, Dios quiera que sea pronto, se atenúe la crisis económica y de nuevo la recluta entre en crisis como ya sucedió hace unos años. Ya se sabe que crisis económica y capacidad de reclutamiento están estrechamente relacionadas por razones obvias.

Hay otro aspecto tabú del que no es políticamente correcto hablar sino quiere uno exponerse a críticas de todo tipo. Me refiero al derivado de la condición sexual diferente de hombre y mujer que conviven estrechamente en condiciones no normales.

Decía antes que he tenido mujeres bajo mi mando y por fortuna nunca tuve que lidiar con problemas de este estilo ni es algo que hoy por hoy constituya aparentemente problema en nuestras FAS. Digo aparentemente dado que la condición humana es la misma sea el ejército que sea y cuando se observan estadísticas como las que se desvelan en ambientes más transparentes, como el de las FAS norteamericanas, a uno le entra una seria preocupación. En un reciente documental que emitió la semana pasada TVE denominado “la guerra invisible” veía y leía atónito que hay estadísticas en las FAS norteamericanas que nos dicen que hasta un 20% de las mujeres han sido agredidas sexualmente alcanzando un total de 500000 mujeres las agredidas en los últimos años. Tremendo. Dudando de la veracidad de estos datos recurrí a fuentes cercanas y fiables como, por ejemplo, a un informe oficial que el Pentágono ha publicado recientemente al efecto y que por desgracia confirma todos los datos.

Ignoro por completo si existen estadísticas similares en nuestras FAS. Yo no creo o quiero creer que pudieran ser parecidas. Supongo que el Observatorio de la mujer estará atento a esto. Ya saben aquello de que “cuando veas las barbas de tu vecino pelar pon las tuyas a remojar”.

En fin, no lo sé.

En cualquier caso cuando vea que en los equipos de primera división como el Real Madrid , Barcelona,… etc. conviven y compiten mujeres en igualdad de condiciones que los hombres creeré en la igualdad de género completa en las unidades de combate que requieren una alta exigencia de condiciones físicas.

Hoy por hoy no.

Fuente : republica